Hermann Albrecht es
une político marxista y escritor que nos propone la toma del poder político en
Venezuela sin andarse por las ramas de aquellas teorías pacifistas de terceras vías
respetando las reglas de juego burguesas, que como estamos viendo su efectividad
practicas no lo solo esta beneficiando a
la propia burguesía sino que se esta corriendo el peligro de que el Bolivianismo
pudiera sufrir una descomunal derrota no
solo políticamente hablando en el terreno de pérdida de cotas de poder institucional
sino que las perdidas serian catalogadas como un descomunal desastre para el
Movimiento Bolivariano en parámetros de organización
y aniquilación física de sus militantes.
El Imperio es experto
en preparar terrenos bélicos favorables
para mediatizar a la opinión pública con actos terroristas de falsa bandera para
crear el caos y la confusión favorables para crear una corriente de opinión victimitsa hacia la derecha terrorista y golpista opositora
y satánica hacia el chavismo, Ya lo lleva haciendo durante años, para así favorecer su propia intervención militar para masacrar
a sus enemigos chavistas, tal y como ocurrió en Libia y Yugoslavia, El tiempo está
corriendo a su favor.
Ciertamente es así
sino y se corre el riesgo de un gran baño de sangre, donde el imperialismo, por
manos de sus lacayos venezolanos, pretenderá dar un escarmiento a la izquierda
bolivariana con la intención de ser un ejemplo de terror histórico y ejemplar
para toda Sudamérica. El imperialismo no va vacilar en hacer uno más de sus
históricos genocidios, acordémonos de Indonesia de hace cincuenta años, en octubre
del 1965, donde la CIA utilizo el ejército indonesio y su jefe, el general
Suharto para tomar el poder apartando al
presidente Sukarno. Era el inicio de una represión brutal contra las masas
indonesias y el Partido Comunista indonesio (PKI). Se ignora la cifra exacta de
víctimas, de 500.000 a 2 millones de muertos, pero el PKI, el mayor partido
comunista de Asia después del partido chino, fue liquidado con sus 3,5 millones
de miembros. Todos sus dirigentes fueron asesinados. SE trataba pues de dar un
escarmiento para atemorizar a la toda la región.
El Imperialismo es mucho lo que
se juega y no va a vacilar en emplear todos sus medios por muy atroces que sean
para defender sus intereses dominantes de clase en la labor de fortalecer sus
posiciones y acabar con sus enemigos políticos de clase. Su brutalidad represiva
no va tener límites porque el pueblo venezolano con su ejemplo y su conciencia
adquirida es un peligro y un ejemplo para la regional que perjudica enormemente
sus intereses y es por esta causa que la coyuntura actual es propicias para que
ocurra un baño de sangre, si el Bolivianismo no cierra filas se fortifica y se organiza
en parámetros de defensa activa pare enfrentar ese peligro inminente defendiendo sus conquistas y
sus posiciones conseguidas.
6D Venezuela: El triunfo de la MUD es una amenaza mortal para el Pueblo.
Por: Hermann Albrecht
No
valen ya medidas intermedias o parciales. La situación es tan grave que ante la
revolución bolivariana sólo hay dos alternativas: o todo el poder pasa, de
verdad y de manera urgente, a manos de los trabajadores, expropiando la banca y
las principales empresas, depurando a todos los corruptos y burócratas, o la
revolución será derrotada. Y no hablamos ya de una derrota electoral sino de
una derrota en toda regla, ya que si la MUD llegase a Miraflores el único modo
de aplicar las políticas que exigen los capitalistas e imperialistas es
aplastando y reprimiendo violentamente a la clase obrera y a la base social de
la revolución.
Con estos resultados las fuerzas
contrarrevolucionarias logran la mayoría cualificada en la Asamblea Nacional,
lo que le permitiría bloquear la acción del gobierno en aspectos decisivos e
incluso, si así lo decidiesen, lanzar una nueva ofensiva contrarrevolucionaria
para intentar derribarlo.
Los datos son elocuentes: la MUD podría
acabar aventajando al PSUV en más de 16 puntos y 2 millones de votos. Pero lo
más significativo es el gran descontento que se aprecia en zonas obreras y
populares —que han sido fortalezas de la revolución— con las políticas
aplicadas por el gobierno durante los últimos años. En barrios rojos de Caracas
como el 23 de Enero, Coche, La Vega o El Valle gana, por márgenes que oscilan
entre 1 y 4 puntos, la oposición de derechas. En Catia la MUD supera por 8
puntos al PSUV. En toda Caracas, los candidatos de Maduro sólo ganan en las
parroquias Catedral, Antímano y San Agustín, y lo hace por un margen mucho más
estrecho que en cualquier otra elección. En Antímano, donde el chavismo llegó a
obtener apoyos del 70 y hasta 80% de los votos, el PSUV y sus aliados consiguen
el 52%. En los municipios petroleros del Estado Zulia, o en San Francisco,
donde gobierna el PSUV, la oposición se impone con ventajas de entre 20 y 30
puntos. En un Estado tradicionalmente chavista como Vargas vence también la
MUD, y allí donde gana el PSUV (Apure, Portuguesa y otros Estados del interior
donde siempre ha ganado la revolución por márgenes muy amplios) esta vez el
apoyo electoral también se ve muy reducido. En todos estos casos la abstención
no es superior a la media nacional. Eso significa que miles de compatriotas que
durante todos estos años dieron su confianza al PSUV, han decido mostrar su
protesta, su rabia y su malestar votando en esta ocasión por la oposición.
No se trata, pues, de una derrota
"circunstancial", como ha planteado el Presidente Nicolás Maduro,
sino de una derrota sin precedentes en los últimos 17 años y una advertencia
muy clara. Desde la base del movimiento chavista, desde el movimiento obrero
organizado, debemos impulsar un golpe de timón a la izquierda de forma urgente,
volviendo al camino socialista, anticapitalista y revolucionario de Chávez. El
futuro de la revolución bolivariana está amenazado de muerte, todos los
derechos y avances que los trabajadores y el pueblo hemos conquistado a lo
largo de estos 17 años están en claro peligro. Es el momento de agrupar las
fuerzas de los auténticos revolucionarios para acabar con el poder de los
capitalistas y de los burócratas.
¿Por qué se pierde la AN y con un margen
tan amplio?
Desde sectores del aparato del PSUV y
del Estado ya han empezado a oírse voces culpando de estos resultados a las
propias masas, hablando de "traición del pueblo a Chávez" y otras
barbaridades. ¡Qué desvergüenza y qué cinismo! Quienes así se manifiestan no
son revolucionarios, sino burócratas cobardes que sólo intentan esconder su
propia responsabilidad en la derrota. Los trabajadores y el pueblo que votamos
el 6 de diciembre somos los mismos que votamos por el triunfo de la revolución
socialista en las 18 elecciones ganadas por el chavismo, somos los que salimos
a la calle una y otra vez a defender las conquistas alcanzadas por el pueblo.
Si algo ponen de manifiesto estos
resultados es que millones de compatriotas están cansados de oír discursos que
denuncian la guerra económica, el burocratismo y la corrupción, sin que se
tomen medidas concretas para acabar con estas lacras. Millones están hastiados
e irritados de parloteo parlamentario y declaraciones vacías que se contradicen
con su realidad cotidiana: los capitalistas siguen haciendo grandes negocios
con las divisas y los productos de primera necesidad, y muchos burócratas que
se declaran socialistas y bolivarianos participan de esos negocios. ¿Quiénes
son entonces los auténticos traidores a la revolución?
En el editorial de El Militante anterior
a estas elecciones, alertábamos del peligro de una derrota si no se tomaban de
manera urgente medidas para acabar con el sabotaje capitalista y con la
burocracia: "La realidad de cada día se convierte en una dura lucha por la
supervivencia para las familias trabajadoras, obligadas a realizar
interminables colas para conseguir champú y jabón, pañales y compresas, papel
toilet, pasta y harina, pollo o café... Las constantes subidas de precios y la
insuficiencia de productos a precio regulado se cargan sobre las espaldas del
pueblo revolucionario. La subida del Salario Mínimo, anunciada por el
Presidente hace unas semanas, lejos de aliviar la situación ha provocado que
los precios se vuelvan a disparar. Mientras tanto, la especulación con las
divisas alcanza niveles escandalosos, y el precio del barril de petróleo en
torno a los 40 dólares anuncia más dificultades. Estamos llegando a un punto
crítico. Las grandes conquistas de la revolución, las Misiones, la extensión de
la salud y la educación, la reducción de la pobreza, las nacionalizaciones de
empresas que salvaron miles de empleos están empezando a retroceder y
socavarse, mientras la burguesía, los capitalistas y los burócratas corruptos
se hacen de oro (…) Esta es la verdadera campaña electoral de la MUD, de los
capitalistas venezolanos y el imperialismo: hablar de libertad y democracia
mientras provocan despidos, acaparamiento, escasez y especulación"
En el artículo mencionado también
señalábamos: "Mientras los capitalistas sigan controlando las palancas
fundamentales de la economía, los bancos, la tierra y las industrias
importantes, seguirán saboteando la producción, la distribución y la venta de
productos de primera necesidad, acapararán mercancías y robarán las divisas de
la producción petrolera. Utilizarán todos los medios para aplastar la moral
revolucionaria de los trabajadores y sectores populares que dieron su voto por
Chávez en 18 procesos electorales y que derrotaron por primera vez en la
historia un golpe de Estado en América Latina. Con la guerra económica que han
declarado, y la falta de una respuesta decisiva para derrotarla, se extiende el
virus del escepticismo entre muchos compañeros y compañeras (…) Junto al
sabotaje económico hay otra cuestión que se ha convertido en una carga cada vez
más pesada, un problema que afecta a la confianza de las masas revolucionarias,
tanto o más que la escasez y las largas colas. Se trata del aumento de la
burocracia corrupta dentro del Estado y del propio movimiento bolivariano, un
creciente grupo de hombres y mujeres que mientras hablan de socialismo en
público estrechan lazos con la burguesía, compartiendo sus hábitos de vida, sus
lujos, su desprecio por el pueblo revolucionario. Muchos de ellos llevan una
vida de millonarios, de empresarios explotadores."
Después de que se ganaran las elecciones
municipales hace dos años, la dirección del PSUV prefirió celebrar y mirar a
otro lado sin analizar unos resultados que —como entonces explicamos—
representaban una seria advertencia. En aquella ocasión, una medida limitada y
parcial como la intervención para regular los precios de electrodomésticos,
herramientas, ropa y otros productos, animó a una parte de la base social de la
revolución —que estaba muy descontenta— a votar en el último momento por el
PSUV. Con todo, alrededor de dos millones de personas que en anteriores
elecciones habían votado por la revolución decidieron abstenerse o votar por
opciones distintas al chavismo. Esto expresaba, como señalábamos, desencanto y
malestar. Por el momento ese malestar iba a la abstención, pero dependiendo de
si el gobierno aplicaba medidas verdaderamente revolucionarias y socialistas
que resolviesen los problemas o no, podrían ser recuperados o arrebatados por
la oposición.
Esas medidas no se han tomado y los
problemas (subidas de precios, acaparamiento y desabastecimiento, burocratismo,
corrupción) lejos de ser resueltos se han agravado hasta niveles insoportables.
Millones de personas que alguna vez votaron por Chávez y hoy están
desencantadas, así como muchos jóvenes que votaban por primera vez y no
conocieron la IV República pero llevan años oyendo hablar de socialismo,
justicia social, etc.; mientras ven crecer la inflación, el desabastecimiento,
la corrupción y la inseguridad, han mostrado su descontento y hastío
absteniéndose o votando por la MUD.
La revolución ha entrado en una fase
decisiva: cómo derrotar la estrategia de la contrarrevolución
La burguesía combina distintas tácticas
y las va modificando en función de sus necesidades y del desarrollo de la lucha
de clases. Mientras siguen organizando el sabotaje económico y la campaña
internacional contra la revolución, hacen llamados al "diálogo" y la
"negociación". Su objetivo inmediato es que el gobierno bolivariano y
la dirigencia del PSUV sigan renunciando a aplicar medidas revolucionarias como
expropiaciones, desarrollo del control obrero y del poder popular, e incluso
obligarles a aplicar recortes y medidas contrarias a los intereses de la clase
obrera, como las que están aceptando distintos gobiernos socialdemócratas y
reformistas en otros países. Destacados estrategas del imperialismo y la
burguesía parecen apostar por utilizar esta nueva AN de derechas para
chantajear y atar de pies y manos al gobierno y seguir jugando, mientras puedan
y les interese, al desgaste de este.
Las primeras declaraciones de algunos
representantes de la MUD como Torrealba, Tintori (esposa de Leopoldo López) o
Capriles parecerían ir en ese sentido. También la utilización de dirigentes
socialdemócratas como el ex presidente español Rodríguez Zapatero, que ha entrado
en escena estos últimos días haciendo de "policía bueno",
repartiéndose los papeles con su compañero de partido, el "policía
malo" Felipe González. Sin embargo, hay sectores con peso dentro de la
oposición venezolana que están planteando ya pasar a la ofensiva inmediata para
tumbar al gobierno. Un ejemplo son las declaraciones de un vocero de Vanguardia
Popular en el Edo. Anzoátegui hablando de 4 vías para resolver la situación que
estaban discutiendo: convocatoria de una Asamblea Constituyente para hacer una
nueva Constitución, forzar el revocatorio de Maduro, acortar la duración del
mandato presidencial y modificar la composición del Tribunal Superior de
Justicia.
El problema a la hora de diseñar
cualquier táctica, tanto para la burguesía como para los reformistas, es que la
situación económica es tan grave y la polarización social ha llegado tan lejos
que tanto los dirigentes de la revolución como los de la contrarrevolución se
van a ver sometidos a una enorme presión. La perspectiva no es ningún debate
tranquilo "entre dos modelos de sociedad: capitalismo y socialismo"
hasta las próximas elecciones, como han planteado (no sabemos desde que
planeta) algunos reformistas. El resultado inmediato de la victoria de la
derecha será agudizar hasta el extremo el enfrentamiento entre revolución y
contrarrevolución y todas las contradicciones económicas y políticas.
La burguesía y los dirigentes de la MUD
no tienen ninguna alternativa a la crisis económica. Esta es en parte producto
del sabotaje que ellos mismos organizan pero sobre todo forma parte de la
crisis general del sistema capitalista que defienden. En el caso de un
capitalismo y una burguesía tan parásitos como los que existen en Venezuela,
que viven históricamente de especular y saquear la renta petrolera, si llegasen
a Miraflores su política sólo podría ser la de arrebatar a los trabajadores y
el pueblo todas las conquistas sociales en educación, salud, vivienda, derechos
democráticos, etc.; y someternos a unos recortes, ataques y represión peores
que los que sufre la clase obrera en otros países latinoamericanos o en Europa.
Sólo han pasado dos días desde su victoria y los empresarios de Fedecámaras o
los propietarios inmobiliarios de la Cámara de la Propiedad ya han formulado
sus primeras "peticiones" a la nueva Asamblea Nacional de mayoría
contrarrevolucionaria: eliminar la Ley de Precios Justos o la Ley de Vivienda,
que intenta garantizar los derechos de los inquilinos y ha servido hasta el
momento para impedir los desahucios (detrás vendrán exigir la retirada de los
aspectos más progresistas de la LOTTT, la inamovilidad laboral, etc.).
Desde la dirigencia del PSUV las
primeras declaraciones que se han escuchado en lugar de sacar conclusiones de
todos los errores cometidos y políticas equivocadas aplicadas, explicar estos
peligros y plantear las tareas para evitarlos, parecen tener como único
objetivo minimizar la importancia de la derrota o responsabilizar de la misma
al propio pueblo. Escuchando a algunos dirigentes parece como si no hubiera
pasado nada. Esto es un nuevo y grave error.
En su discurso reconociendo el triunfo electoral de la MUD, el Presidente Maduro habló de victoria de la guerra económica y del sabotaje contrarrevolucionario. Sin duda, estos factores han sido decisivos, pero la cuestión es, precisamente, cómo resolver los gravísimos problemas económicos que sufrimos los trabajadores y el pueblo. Ninguna de las medidas parciales que se han anunciado durante los últimos meses, han servido para mejorar las condiciones de vida de las masas. La "revolución productiva" de la que habla el gobierno y la creación de las llamadas "corporaciones socialistas", que a pesar de su rimbombante nombre propone el desarrollo de polos empresariales mixtos —de capital público y privado— zonas económicas especiales, etc.; van precisamente en dirección contraria: ahondar en fortalecer las relaciones capitalistas siguiendo el modelo chino, en lugar de construir una economía y un estado socialistas. Sólo acabando con las relaciones de producción capitalistas y colocando las grandes palancas de la economía bajo el control y la gestión democrática de los trabajadores, podremos hablar de romper y destruir la maquinaria del Estado capitalista. Pero este es precisamente el objetivo que quieren evitar a toda costa la burguesía venezolana, el imperialismo, y la burocracia usurpadora, que en estos años no ha dejado de crecer y escapar al control del pueblo hasta convertirse en parte de la contrarrevolución.
En su discurso reconociendo el triunfo electoral de la MUD, el Presidente Maduro habló de victoria de la guerra económica y del sabotaje contrarrevolucionario. Sin duda, estos factores han sido decisivos, pero la cuestión es, precisamente, cómo resolver los gravísimos problemas económicos que sufrimos los trabajadores y el pueblo. Ninguna de las medidas parciales que se han anunciado durante los últimos meses, han servido para mejorar las condiciones de vida de las masas. La "revolución productiva" de la que habla el gobierno y la creación de las llamadas "corporaciones socialistas", que a pesar de su rimbombante nombre propone el desarrollo de polos empresariales mixtos —de capital público y privado— zonas económicas especiales, etc.; van precisamente en dirección contraria: ahondar en fortalecer las relaciones capitalistas siguiendo el modelo chino, en lugar de construir una economía y un estado socialistas. Sólo acabando con las relaciones de producción capitalistas y colocando las grandes palancas de la economía bajo el control y la gestión democrática de los trabajadores, podremos hablar de romper y destruir la maquinaria del Estado capitalista. Pero este es precisamente el objetivo que quieren evitar a toda costa la burguesía venezolana, el imperialismo, y la burocracia usurpadora, que en estos años no ha dejado de crecer y escapar al control del pueblo hasta convertirse en parte de la contrarrevolución.
Seguir con las políticas aplicadas hasta
el momento y ceder a la presión de la nueva AN con mayoría de la MUD, abriría
un camino al desastre para la clase obrera y los oprimidos. La gran lección de
estos tres últimos años de gobierno y de la fuerte derrota electoral del 6D es
que mientras se mantenga la propiedad de los bancos, la tierra y las empresas
en manos de los capitalistas, y el Estado y las empresas públicas sigan
dirigidas por la burocracia, ninguno de los problemas que enfrenta la
revolución tiene solución.
Todo el poder político y económico debe pasar
a manos de los trabajadores
No valen ya medidas intermedias o
parciales. La situación es tan grave que ante la revolución bolivariana sólo
hay dos alternativas: o todo el poder pasa, de verdad y de manera urgente, a
manos de los trabajadores, expropiando la banca y las principales empresas,
depurando a todos los corruptos y burócratas, o la revolución será derrotada. Y
no hablamos ya de una derrota electoral sino de una derrota en toda regla, ya
que si la MUD llegase a Miraflores el único modo de aplicar las políticas que
exigen los capitalistas e imperialistas es aplastando y reprimiendo
violentamente a la clase obrera y a la base social de la revolución.
Pese a todo el desastre económico y a la
existencia de la burocracia, 5 millones de trabajadores, campesinos, jóvenes
han vuelto a salir en defensa de la revolución y han dejado claro que no
aceptarán sin lucha una vuelta atrás.
Pero no sólo ellos. Millones que han
votado a la MUD no lo han hecho porque apoyen el capitalismo o la
contrarrevolución sino porque quieren soluciones a sus problemas. Estos
millones de personas pueden ser recuperados para la revolución, pero con una
única condición: aplicar una verdadera política socialista que acabe con el
poder de los capitalistas y burócratas y resuelva, de una vez por todas,
problemas como el desabastecimiento, la corrupción y la inflación.
La cuenta atrás ha empezado. Es
perfectamente posible revertir la situación e impedir que la victoria electoral
de la contrarrevolución en las legislativas se transforme en una derrota
decisiva de la revolución. Para ello hay que actuar con decisión y dotarse de
un programa genuinamente socialista y revolucionario. Los dirigentes de las
organizaciones obreras que apoyan el proceso revolucionario (CSBT, los sectores
revolucionarios de la UNETE, el Frente Nacional de Lucha de la Clase
Trabajadora —FNLCT—) tienen que organizar asambleas de trabajadores en los
centros de trabajo a escala local y regional, que culminen en un encuentro
nacional de trabajadores y de las bases revolucionarias para debatir cómo
defender nuestros derechos, conquistas y reivindicaciones para salvar la
revolución. Sólo con un programa de lucha que movilice y unifique a la clase
obrera, explicando claramente a los trabajadores lo que está en juego, que esta
no es una simple derrota electoral sino un gran paso adelante en la estrategia
de la contrarrevolución, y sobre todo ofreciendo alternativas claras por las
que luchar, será posible rearmar política y moralmente al movimiento
revolucionario y derrotar los planes contrarrevolucionarios.
Hoy más que nunca debemos hacer realidad
el legado de Hugo Chávez: revolución dentro de la revolución, limpiar nuestro
movimiento revolucionario de corruptos y burócratas, y defender un plan de
emergencia de la clase obrera para salvar la revolución. Un plan que debe
empezar por los siguientes puntos:
1. Dignificación de las condiciones de
vida del pueblo: Subida de salarios igual o superior a la inflación y lucha
real contra la especulación y las subidas de precios. Expropiación inmediata de
toda la banca, los monopolios, las empresas estratégicas y los latifundios, no
para gestionarlas burocráticamente, sino para que el conjunto de la clase
obrera las dirija a través de delegados elegibles y revocables permanentemente,
que no cobren más que el salario de un trabajador cualificado.
2.- Monopolio estatal del comercio
exterior. Todos los productos que sea necesario importar deben ser comprados
directamente por el gobierno en el mercado mundial y ser distribuidos a precios
verdaderamente justos. Ese monopolio estatal no puede estar en manos de
funcionarios al margen del control de las masas, sino bajo la administración y
el control de los trabajadores y el pueblo.
3.- Ni un dólar más a ningún
capitalista. Todas las divisas deben ir a industrializar el país mediante un
plan socialista elaborado democráticamente por los propios trabajadores y el
pueblo.
4.- Contra la especulación y el
acaparamiento: cárcel para los especuladores. Todos los empresarios y
burócratas implicados en estas prácticas deben ser expropiados y encarcelados.
Condenar a los responsables del problema y no al pueblo que sufre las
consecuencias del acaparamiento y la crisis económica.
5.- ¡Todo el poder económico y político
a los trabajadores! ¡Abajo la burocracia corrupta! ¡La economía y el Estado
deben estar bajo la dirección de la clase obrera y el pueblo mediante consejos
elegibles y revocables en todo momento!
4.- Llamamiento a la acción
revolucionaria de toda la clase obrera y los pueblos de América Latina y del
mundo entero para derrocar el capitalismo. Como vemos la ofensiva
contrarrevolucionaria no se limita a Venezuela: Argentina, Brasil, Ecuador,
Bolivia,…En toda Latinoamérica los capitalistas y los imperialistas quieren dar
una lección a los pueblos revolucionarios y recuperar el control de la
situación. No les derrotaremos con discursos, mucho menos aceptando sus
llamados a dialogar, o negociar, moderando los programas, dejando el poder
político y económico en sus manos. La revolución bolivariana triunfará si la
clase obrera se pone al frente para llevarla hasta el final y si el
internacionalismo proletario se extiende al resto de América Latina y del
mundo.
Caracas, 8 de diciembre de 2015