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Nota del administrador del Blog
Beniezu
Reproduzco en este Bloc un interesante articulo de Jean Paul Marat sobre el comunismo y el pre fascismo. Y sobre el comunismo diremos que es un concepto político del cual y en las sociedades controladas por el neo liberalismo burgués apenas se le nombra, y no es porque les es indiferente sino todo lo contrario, les inquieta y mucho hasta el extremo de gastarse miles de millones en sus presupuestos de guerra psicológica en la tarea de pretende ningunear lo para hacerlo invisible e inexistente para facilitar la expansión de oscuras ideologías tales como el neo fascismo. Estas tácticas forma parte de sus estrategias de guerra psicológica o "GUERRA DE CUARTA GENERACIÓN" para la continuidad y fortalecimiento del estatus político social del capitalismo frente a su enemigo potencial el comunismo en una guerra soterrada e invisible pero intensa.
Anticomunismo y
prefascismo
Jean Paul
Marat
El anticomunismo no es algo nuevo. Existe desde que surgieron las
primeras organizaciones obreras, incluso antes: desde que los primeros teóricos
comunistas empezaron a difundir sus ideas.
El anticomunismo español tiene su propia historia.
El franquismo fue ante todo anticomunista. Centinela de Occidente se
hacía llamar el Caudillo, por aquello de la vigilar y combatir la masonería y
el comunismo internacionales.
La España heredada de Franco, primero por Suárez, luego por Felipe
González vino marcada por aquél sello. El Felipe González de “hay que
ser socialistas antes que marxistas”– cuyo liderazgo en un nuevo PSOE tolerado
por el franquismo agonizante fue diseñado por la CIA, según cuenta Alfredo
Grimaldos en su libro “Claves de la Transición”-, fue un gran
anticomunista de feria. Su famosa frase “Prefiero morir apuñalado en el
metro de Nueva York que de aburrimiento en las seguras calles de Moscú” era
toda una declaración de principios. Luego navegaría en el Azor de Franco y
diría lo de “gato blanco, gato negro, qué más da; lo importante es que
cace ratones”, citando a Deng Xiaoping, para explicar su política
social-liberal. Hoy es socio de Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del
mundo, y apoya a los guarimberos y terroristas que quieren acabar con la
revolución bolivariana para favorecer sus intereses económicos en Venezuela. Un
“socialista” de la catadura moral de Bettino Craxi o de Carlos Andrés Pérez.
Eran os años del “pragmatismo” en
los que Alfonso Guerra era ya un precursor de la política espectáculo que
proclamaba “prefiero un minuto de televisión que 10.000 militantes”.
En estos días Pablo Iglesias afirma en una entrevista concedida a El País que
la televisión es una “productora de sentido común”, ese
concepto con el que Podemos sustituye cualquier argumento político. Y aclara
que su partido “no se explica sin la televisión”. ¡Vaya, como que
nació en un plató! La televisión y las redes sociales, son los gran
entontecedores de masas, donde algo es verdad porque sale en ellas y se repite.
Ese vaciamiento de la identidad
política y la reideologización subsiguiente, a la que están siendo sometidas
las clases populares, han permitido a Pablo Iglesias hacer gala de su cinismo
anticomunista sin inmutarse al declarar que“Marx y Engels eran
socialdemócratas”, negando de un plumazo el carácter comunista y revolucionario
de ambos.
Leamos que decía Marx de la socialdemocracia en “El 18
Brumario de Luis Bonaparte”:
“A las reivindicaciones sociales del proletario se les limó la punta
revolucionaria y se les dio un giro democrático; a las exigencias democráticas
de la pequeña burguesía se les despojó de la forma meramente política y se
afiló su punta socialista. Así nació la socialdemocracia. La nueva Montaña [el partido de la pequeña burguesía],
fruto de esta combinación, contenía, prescindiendo de algunos figurantes de la
clase obrera y de algunos sectarios socialistas, los mismos elementos que la
vieja, sólo que más fuertes en número. Pero, en el transcurso del proceso,
había cambiado, con la clase que representaba. El carácter peculiar de la
socialdemocracia consiste en exigir instituciones democrático-republicanas, no
para abolir a la par los dos extremos, capital y trabajo asalariado, sino para
atenuar su antítesis y convertirla en armonía”
Engels tampoco fue especialmente amable con la socialdemocracia en su prefacio
a la edición polaca de 1892 del“Manifiesto Comunista” (1848);
“Y, sin embargo, cuando apareció no pudimos titularlo Manifiesto
Socialista. En 1847, se comprendía con el nombre de socialista a dos
categorías de personas. De un lado, los partidarios de diferentes sistemas
utópicos, particularmente los owenistas en Inglaterra y los fourieristas en
Francia, que no eran ya sino simples sectas en proceso de extinción paulatina.
De otra parte, toda suerte de curanderos sociales que
aspiraban a suprimir, con sus variadas panaceas y emplastos de
toda suerte, las lacras sociales sin dañar en lo más mínimo al capital
ni a la ganancia. En ambos casos, gentes que se hallaban fuera del movimiento
obrero y que buscaban apoyo más bien en las clases “instruidas”. En cambio, la
parte de los obreros que, convencida de la insuficiencia de las revoluciones
meramente políticas, exigía una transformación radical de la sociedad, se
llamaba entonces comunista. Era un comunismo apenas elaborado, sólo
instintivo, a veces un poco tosco; pero fue asaz pujante para crear dos
sistemas de comunismo utópico: en Francia, el “icario”, de Cabet, y en
Alemania, el de Weitling. El socialismo representaba en 1847 un movimiento
burgués; el comunismo, un movimiento obrero. El socialismo era, al menos en el
continente, muy respetable; el comunismo era precisamente lo contrario. Y como
nosotros ya en aquel tiempo sosteníamos muy decididamente el criterio de que
“la emancipación de la clase obrera debe ser obra de la clase obrera misma”, no
pudimos vacilar un instante sobre cuál de las dos denominaciones procedía
elegir. Y posteriormente no se nos ha ocurrido jamás renunciar a ella.”
Que Marx y Engels estuvieran ligados al Partido Obrero Socialdemócrata
Alemán (SDAP) dirigido por Wilhelm Liebknecht, uno de sus seguidores, se debe a
que la orientación de este partido era entonces revolucionaria. La fusión
posterior del SDAP con la secta lassalleana, adoptando el ultrarreformista
Programa de Gotha, fue combatido duramente por ambos pensadores revolucionarios,
que llegaron a plantearse su continuidad o no en lo que luego se llamaría SPD.
Para que se me entienda: mientras la socialdemocracia de los herederos
de Lassalle, Kaustky, Berstein y demás pandilla es gradualista y reformista, no
cuestiona el orden democrático burgués, ni el sistema capitalista, los
comunistas buscamos la ruptura radical con el capitalismo por vía
revolucionaria y planteamos que, tras la toma (no la ocupación electoral) del
Estado, este debe ser destruido en su estructura burguesa para ser sustituido
por un Estado de la clase trabajadora.
Tras la majadería del farsante Pablo Iglesias sobre la supuesta
condición socialdemócrata de Marx y Engels para escamotear que eran comunistas
(como hizo en su día el 15M con su “sin banderas”, para obligar a
los comunistas a prescindir de ellas y de sus propuestas), Alberto Garzón se
permitió el lujo de declararse de tal ideología. Con ello sólo quería cubrir un
supuesto flanco izquierdo electoral a la coalición. Garzón, el PCE e IU, de
comunista sólo tienen el nombre pues, en cuanto a definición de lo que es ser
socialdemócrata, los tres cumplen al dedillo tales requisitos.
Hoy la pantalla, el vídeo de youtube o la última simpleza viralizada en
twitter, son el soma desde el que se trata a la audiencia, no como público, ni
siquiera como personas, sino como epsilones cuya función excluye el pensar y se
centra en repetir como reflejos condicionados los eslóganes de una absurda
campaña plagada de elipsis, ocultaciones y mentiras y en aplaudir a unos líderes
mezquinos a la altura de un tiempo mediocre.
Es en ese contexto de desmemoria, vacío de contenidos, disimulos,
engaños, cinismo y reideologización reaccionaria, donde todos corren para
situarse más y más a la derecha, las 4 candidaturas principales de esta campaña
vomitan su anticomunismo más repulsivo. Unos (PP, PSOE, Ciudadanos) acusando a
los otros de comunistas, bolivarianos, “extremistas”. Los otros (Unidos
Podemos) girando, ante cada acusación de radicales por sus tres competidores,
otros 30 grados a la derecha y añadiendo una ristra de nuevos insultos a los
comunistas para tranquilizar a los sectores más reaccionarios (amplios) de sus
potenciales votantes y al capital, que ya le ve como su caballo de refresco:
Pablo Echenique (ex votante de Ciudadanos y partidario de la invasión de
Irak en su día): “El comunismo es algo viejo, que no funcionó”
Íñigo Errejón: “Los comunistas y
los socialdemócratas son especies del pasado” . Seguramente su
ideología peronista, que reconoce un “hilo” común
con Marine Le Pen, de “la necesidad de volver a reconstruir comunidad y
sentirse parte de algo” sea algo muy moderno para él.
Owen Jones (esa especie de Errejón británico), una de las referencias
europeas de Podemos: “Venezuela es un Estado horrible”
Pablo Iglesias: “Lo que temen realmente de nosotros es que somos
la fuerza política de la ley, el orden y la democracia”.
Ni el Clint Eastwood de Harry el Sucio se habría expresado así. Sin duda Ronald
Reagan tenía frases muy parecidas. José Antonio Primo de Rivera, en el acto de
la fundación de la Falange en el Teatro de la Comedia de Madrid el 29 de
Octubre de 1933, proclamó: “El movimiento de hoy, que no es de partido,
sino que es un movimiento, casi podríamos decir un antipartido, sépase desde
ahora, no es de derechas ni de izquierdas”. Así se define
Podemos.
¿Se sorprenden ustedes de que la cuenta de Zaragoza en Común (marca
blanca podemita) en twitter expresara su entusiasmo ante el gol de Piqué al
equipo de la República Checa con un “Arriba España”? Este tuit lo
borraron luego pero demostraba que en sus filas hay quienes emulan con
entusiasmo patriótico a los antiguos cachorros de Fuerza Nueva, los
Guerrilleros de Cristo Rey o al desaparecido diario del los “excombatientes”
(de Franco, claro está) “El Alcazar”. No debe nadie extrañarse
entonces de que el ultraderechista Ricardo Sáenz de Ynestrillas haya declarado
ya en dos ocasiones (generales anteriores y autonómicas) haber votado a
Podemos.
Escribí hace más de año y medio un texto titulado “El lado
fascista de Podemos del que no hablan La Sexta, Cuatro o Público”.
No decía que Podemos como partido lo fuese sino que había un significado sector
fascista en su interior. Hoy ya no estoy tan seguro de esa afirmación. Ese
partido de ideología involutiva, con un líder saltimbanqui que afirmó en su día
ser comunista, luego bolivariano -que no es lo mismo- después socialdemócrata y
que acaba de admitir que hay un sector peronista en la organización (“Yo
diría que sí, que Podemos tiene rasgos peronistas. Seguramente, la lectura que
hace Gramsci del Mezzogiorno italiano es algo que enseña Ernesto Laclau, padre
intelectual de Errejón, a entender Argentina”) está experimentando una
metamorfosis en la que las palabras “patria” y “patriotismo” son ya un clásico
de su lenguaje político. No vale decir que en América Latina la expresión
“patria” es muy usada por los movimientos progresistas. Allí la descolonización
española fue sustituida por el imperialismo norteamericano. Reivindicar aquella
es un modo de reclamar la soberanía antiimperialista de los pueblos. En Europa
en cambio, sabemos muy bien lo que significaron en el siglo XX las invocaciones
nacionalistas a la patria, y en España particularmente. De ahí que cobre
sentido la frase de Samuel Johnson “El patriotismo es el último refugio
de los canallas”, especialmente hoy cuando los fascismos europeos vuelven a
invocarlo. Pero hacerse fascista no es cosa de un día. Nadie se acuesta una
noche “socialdemócrata” y se levanta a la mañana siguiente diciendo “Hoy
tengo ganas de invadir Polonia”. Por mucho que haya dormido toda la noche
con los cascos puestos mientras suena “La Walkiria”de Wagner.
Así pues, que el director del CNI
(servicios secretos españoles) afirme “Con Podemos actuaría igual que
con los demás gobiernos” tampoco debe ser causa de asombro. Las
cloacas del Estado burgués, como primero hicieron con Felipe González, han
homologado como a uno de los suyos a Pablo Iglesias. Y es que si llevas en tus
filas a un amigo de los USA, según reveló Wikileaks, el ex JUJEM con Zapatero, Julio
Rodríguez, encargado de la parte española de los bombardeos a Libia, te ha
bendecido en reunión el embajador del Imperio e Infovaticana informa en campaña que el Papa te recibirá
en Septiembre, está claro para qué sirves, a quiénes y a qué
intereses.
Publicado el
15 Sep 2016
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